Baños Hammam: historia y evolución
Los baños hammam son probablemente uno de los métodos de relajación más antiguos de la historia humana, los predecesores de muchos métodos que conocemos a día de hoy. Un ejemplo de este tipo de artículo es la sauna, que funciona de una forma parecida, utilizando calor para lograr su cometido de relajar a la persona.
Hay más que contar sobre los baños hammam, pero antes de conocer su historia, es necesario explorar a fondo su funcionamiento.
¿Qué es un baño hammam y cómo funciona?
Los baños turcos son muy parecidos a las saunas, en apariencia y en funcionamiento, incluso en algunos de los beneficios que proporcionan (también lo son los jacuzzis para casa). Los baños hammam son cabinas herméticas que están equipadas con un generador de vapor que utiliza agua para generar ese vapor tan deseado y beneficioso para nosotros.
Dicho vapor es liberado en el interior d la cabina (al tratarse de agua transformada en vapor la humedad se concentra en toda la zona) llegando a crear un ambiente 100% húmedo. Tal es la situación, que el aire se comienza a condensar en las paredes de cristal, creando una capa de agua a su alrededor.
Este ambiente logra una liberación completa de toxinas en las vías respiratorias, además de abrir las mucosas del organismo, entre otros beneficios. Esto proporciona una sensación muy distinta al de las saunas clásicas (calor seco), a pesar de usar métodos parecidos.
¿Cómo utilizar un baño hammam?
Para utilizar una sauna húmeda hay que cumplir con ciertos requisitos, uno de los cuales es hidratarse antes de iniciar la sesión. Es recomendable beber agua en abundancia y además bañarse, preferiblemente en agua fría para mantener la mayor cantidad de humedad en el cuerpo, ya que durante el uso del baño hammam el cuerpo pierde muchos líquidos.
Lo segundo que debes saber es que si el cuerpo no está acostumbrado a este tipo de tratamientos, el tiempo de uso no debería ser superior a los 15 minutos, porque cuerpo podría reaccionar de forma negativa a una duración demasiado alta. Pero en caso de estar acostumbrado a este tratamiento, es posible pasar más tiempo sin tener consecuencias, aunque este no debe de sobrepasar los 30 minutos. Ese sería el límite máximo recomendable. Después de esta marca es posible que se puedan presentar algunos problemas respiratorios dentro de la cabina.
Una vez hayas salido del hammam es recomendable darse una ducha fría, incluso cuando la persona haya tomado una ducha antes de entrar, también debería hacerlo a la hora de salir. Es el último paso a seguir para que el tratamiento sea efectivo, ya que al haber pasado mucho tiempo en el baño hammam y bañarse con agua fría, el cuerpo recibe un estímulo muy fuerte, el cual ayuda a eliminar los restos de piel muerta, causando el efecto de “renovación de piel”
¿Qué beneficios trae usar un baño hammam?
A la par con las saunas, sus beneficios son muy parecidos, entre algunos de estos se encuentran los siguientes:
- Mejora la circulación sanguínea
La continua exposición a los vapores húmedos favorece la circulación de la sangre, aparte de lograr una reducción muy notable en la presión arterial, una de las características que lo vuelven tan buena opción como método de relajación cabe destacar.
- Limpia la piel
La humedad provocada por el generador de vapor elimina las toxinas acumuladas en la piel, además de renovar su apariencia mediante la estimulación de los tejidos, que a su vez es provocada por la dilatación de los poros. Haciendo del baño hammam no solo un método de relajación ideal, sino que igual es un método para mejorar la salud de la piel.
Otras impurezas como el acné o los puntos negros que quedan marcados en la piel también pueden ser tratados con el vapor, haciéndolos cada vez más visibles y en ocasiones haciéndolos casi imperceptibles, reduciendo de paso la posibilidad de que vuelvan a aparecer.
Al limpiar la piel, ya no hay impurezas, y por lo tanto no es posible que se formen estas protuberancias e imperfecciones por la acumulación de sustancias impuras.
- Libera las vías respiratorias
Los beneficios del vapor continúan, al ser capaz de limpiar las vías respiratorias resulta ser un tratamiento muy efectivo para solventar la tos e incluso los resfriados.
La historia de los baños hammam
En la antigüedad las personas se reunían en los hammam, grandes estancias de baño que resultaban ser uno de los puntos más sociales de la civilización antigua. De aquí se originaron muchos rituales de baño modernos, además de ser la tradición de baño más antigua del mundo, este antiguo ritual sigue teniendo miles de fanáticos alrededor del mundo.
La creación de los baños hammam se dio cuando los otomanos tomaron Constantinopla, hoy conocida como Estambul, de las manos de los romanos en el año 1450. Al mismo tiempo que hicieron esto, impusieron sus tradiciones de baño propias. Los turcos otomanos al ver esto se les ocurrió combinar los hábitos de baño de los romanos con los de sus tradiciones, dando vida a los baños turcos.
Se les conoce como baños turcos pues fueron los turcos quienes les dieron vida, pero ellos no los llamaban así. Los turcos los conocían como “Hammam” lo cual se puede traducir como “esparcidos de calor” un nombre bastante adecuado.
Con el paso del tiempo esta costumbre terminó extendiéndose alrededor del mundo, un ejemplo está en España, que en su tiempo tuvo varios edificios históricos que fueron considerados como “Hammam”, sobre todo en las ciudades del sudeste peninsular. Los baños del almirante, construidos en 1313, los baños árabes en Granada, el Bañuelo e incluso los Baños Árabes de Jaén que fueron conservados en el sótano del palacio de Villardompardo.
A la vez que todos empezaban a acoger con buenos ojos esta tradición, también se comenzó a desarrollar la idea de ¿y si existiese un baño hammam portátil? Esta idea arruinaría el concepto de los baños hammam como lugares que eran perfectos para socializar, pero facilitaría su acceso.
No fue hasta años después que crearían los baños hammam portátiles de hoy en día, con métodos más avanzados adaptados a la tecnología actual y capaces de replicar la misma sensación que era posible vivir en carne propia en los tiempos antiguos. Pero esta vez con algunos añadidos, los cuales antes hubiesen sonado como algo imposible de lograr en un futuro cercano.