El baño turco y sus beneficios
Baño turco: Modo de uso y beneficios
Se conoce como baño turco o hammam a la variante húmeda de los ya conocidos saunas, siendo su principal diferencia que en éstos primeros se suministra el calor húmedo a través del vapor del agua.
En la antigüedad, principalmente en los países orientales, los hammam eran edificios que cumplían incluso con una función social ya que eran utilizados como centros sociales o de reunión entre conocidos.
Una de las mayores diferencias entre un hammam y una sauna, es que en los baños turcos es mucho menor la sudoración. Sin embargo, los baños de calor húmedos ofrecen grandes beneficios que explicaremos a lo largo de éste artículo.
Cómo usar un baño turco
Para nadie es un secreto que cada vez son más las razones por las que resulta necesaria una desconexión del mundo exterior, a fin de lograr una mejor conexión interna y alcanzar un estado ideal de bienestar físico y mental. Desde Web del Hidromasaje trabajamos día a día en este sector, ofreciendo productos que ayudan a aliviar dolencias y eliminar estrés de nuestras vidas, como el baño turco o el jacuzzi exterior.
El baño turco hace acto de presencia generalmente en el cuarto de baño, perfectos para proporcionar ese estado de relajación y tranquilidad en medio de tanto estrés. Si bien es cierto que el momento adecuado para usar un hammam depende de cada quién, existen algunas sugerencias que te permitirán disfrutar a pleno esta experiencia.
Para que tú también puedas disfrutar de los grandes beneficios que aporta el hammam a tu salud, te nombraremos algunas de las cosas básicas que debes saber para hacer un uso correcto del mismo:
- Ten en cuenta que la temperatura dentro de un baño de calor húmedo no es uniforme, sino que tiende a oscilar entre los 25 y los 50 grados dependiendo de la altura. Generalmente, a ras del suelo se ubica entre los 20-25 grados, a metro y medio alcanza los 40 grados, y en la cabeza llega a los 50 grados.
- La humedad relativa es de un 99% ya que el ambiente se encuentra colmado de vapor de agua y esto genera una gran sensación de sudoración, a diferencia de lo que ocurre en una sauna seca.
- En la antigüedad, al hablar de baño turco nos referíamos a un edificio que incluía numerosas salas de calor con distintas temperaturas, pero en la actualidad el calor es generado por agua caliente que transita mediante tuberías colocadas en las paredes de la habitación.
- Los hammam son alternados con baños de agua fría e incluso, en los centros más especializados, se practica sesiones de masaje para así lograr un mayor estado de relajación.
- Si tienes pensado acudir a un baño turco público, lo más correcto es consultar primero las normas de uso, al igual que sus restricciones al objeto de conocer qué vestimenta es recomendable llevar, si es necesario acudir con una toalla propia, etc.
- La hidratación es sumamente importante tanto antes como después de usar un baño turco ya que resulta imprescindible la reposición de líquidos que se irán perdiendo en el proceso.
- En caso de padecer de patologías cardiovasculares, hipertensión o trastornos circulatorios, lo mejor es consultar con un especialista antes de hacer uso de un
Las tres fases del baño turco
Tomar un baño turco no es cosa complicada, y si alguna vez has hecho uso de una sauna, podrás estar de acuerdo en que el procedimiento es básicamente el mismo y se puede dividir en tres fases:
- Primera fase – Calentamiento: Tiene una duración aproximada de entre 15 y 20 minutos. Lo ideal es mantenerse sentado o semiestirado, cubierto únicamente con tejidos que permitan la transpiración, o completamente desnudos si se desea. Además del vapor, también se pueden incluir aceites esenciales que permitan la relajación. Esta primera fase culmina con una ducha fresca y unos minutos en la tumbona.
- Segunda fase – Enfriamiento: Se trata de un baño o ducha fría que permita la tonificación del cuerpo.
- Tercera fase: En esta última fase se recomienda otro ciclo de hammam – ducha fría.
Beneficioso para la salud
Aunque en la actualidad se encuentren muy de moda los baños turcos o hammam, cabe destacar que su instalación y uso va mucho más allá de un simple capricho o ganas de liberar el estrés del día a día.
Y aunque esto último se logre a la perfección, lo cierto es que estas saunas húmedas son ideales para optimizar nuestro bienestar físico y mental. Un hammam proporciona grandes beneficios que van desde la depuración de toxinas y una mejora en el aspecto de la piel.
Otros de los provechos que podemos disfrutar mediante el uso adecuado de un baño turco son:
- Aceleración de las funciones metabólicas: Este es quizás uno de los mayores beneficios de los Y es que el calor y vapor que se generan dentro del baño turco estimula la circulación en la sangre, al igual que los sistemas respiratorio, hormonal y nervioso.
- Mejora las afecciones respiratorias: Admite un incremento en la capacidad de intercambiar oxígeno de los pulmones y humedece las vías respiratorias, fungiendo como un expectorante en el tratamiento de bronquitis y resfriados, y agente calmante de la tos.
- Beneficioso para el sistema nervioso: Brinda una sensación de bienestar general a lo largo del cuerpo, tras la liberación de tensiones y reducción de estrés y ansiedad. Es ideal para fomentar un mayor y mejor descanso nocturno.
- Adiós a los dolores menstruales: El calor producido en un hammam contribuye en el alivio de calambres y dolores generados por el síndrome premenstrual o menstruaciones dolorosas. También optimiza la higiene en la zona íntima femenina ya que el vapor facilita la expulsión de los flujos vaginales.
- Perfecto para la piel: Como es de esperar, el vapor permite la oxigenación en los tejidos de la dermis, por lo que se genera una limpieza y regeneración profunda. Al dilatarse los poros, las toxinas e impurezas de la piel son eliminadas de manera rápida y segura. Es por esta razón que el baño turco es altamente recomendado para aquellas personas que padecen de acné, y también a quienes deseen lucir una piel mucho más tersa y radiante.