Jacuzzi exterior en la Tercera Edad
Desde la antigüedad, diferentes culturas han usado el principio del agua para tratar enfermedades y dolencias. A día de hoy, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados y podemos disfrutar de artículos como el jacuzzi exterior o la bañera hidromasaje en nuestro propio domicilio, a un precio muy asequible.
La hidroterapia como tratamiento terapéutico y anti estrés, equilibra y logra relajar el organismo, tanto física como mentalmente, promoviendo un entorno físico y emocional de bienestar. Y el jacuzzi exterior, es un medio ideal para alcanzar este bienestar.
Si tomamos en cuenta que las personas de la Tercera Edad necesitan de nuevos estímulos para su bienestar emocional, psicológico y físico, vemos como opción válida para alcanzarlo el uso de esta terapia con agua, basada en hidromasajes; más aún cuando puede ubicarse en el exterior del propio hogar.
Aunque la Tercera Edad suele percibirse como una época de descanso, reflexión y de oportunidades para hacer cosas que quedaron postergadas mientras uno criaba a los hijos y desarrollaba su carrera, realmente es una etapa signada por la decadencia biológica, con la disminución de su capacidad intelectual y de su humana necesidad de intercambio social.
Una persona de edad avanzada también puede sentir una pérdida de control sobre su vida debido a problemas de percepción visual y auditivos y al deterioro físico causado por el inexorable paso del tiempo, hundiéndose en emociones negativas como la tristeza, ansiedad, autoestima baja y la soledad, lo que a su vez deriva en un aislamiento social. Si sumamos a esto las alteraciones de la salud, la pérdida de seres queridos y la incapacidad de participar en actividades que solía disfrutar, su bienestar emocional deja de ser la roca que lo sustentaba. Y es cuando, durante esta etapa involutiva, el individuo opone resistencia a la adaptación natural psicológica ante los cambios biológicos, las limitaciones en la participación de algunas actividades físicas y a las nuevas condiciones de su entorno.
Factores como la jubilación son un detonante en el bienestar emocional y la capacidad intelectual de la persona de la Tercera Edad; por cuanto percibe que se afectan negativamente su entorno familiar y social, ve disminuidos sus ingresos y decrece su estatus social. Otros factores que inciden en esto es el sentimiento de no ser útil, por perder autonomía personal causada por el deterioro de sus facultades. Pero el factor de más incidencia es la soledad, por cuanto el hombre es gregario por naturaleza y tiene necesidades humanas fundamentales de arraigo. Es por ello que puede desanimarse al grado de sufrir depresión. Y entre las recomendaciones para evitar la depresión, está contar con el apoyo familiar y el diseño de estrategias personalizadas para que el proceso de envejecimiento se convierta en un tiempo plácido, agradable y divertido.
¿Y que puede ser más divertido y estimulante para una persona de la Tercera Edad que compartir con la pareja, amigos o compañeros un jacuzzi exterior?
Desde el mismo momento en que el individuo de la Tercera Edad concibe la idea o la analiza cuando le ha sido presentada por otros, de diseñar un espacio para disfrutar de un jacuzzi exterior, su bienestar emocional empieza a aumentar debido a que la expectativa del disfrute y de la diversión hacen que en su organismo se liberen endorfinas, aliviando los dolores propios de esta etapa de su vida.
La planificación y diseño de un espacio externo único, en la misma vivienda, tiene un claro efecto psicológico en las personas de la Tercera Edad. Cuando los ancianos idean, planifican y controlan la ejecución de proyectos, por sencillos que sean y aún a corto plazo, eso los hace sentir útiles y mejora la percepción de que la Tercera Edad no es el principio del fin, sino otra etapa más de la vida y como tal tiene sus perspectivas y satisfacciones. Pero este efecto se incrementa cuando el individuo recibe las bondades de relajación por los masajes con los chorros de agua en un jacuzzi exterior.
Este disfrute se potencia por la belleza del escenario diseñado para la ubicación del jacuzzi exterior, pero alcanza su clímax cuando la persona de la Tercera Edad lo comparte con sus amigos, fomentando un intercambio social disminuido después de la jubilación o por la pérdida de seres queridos.
También, desde otra óptica, el jacuzzi exterior, puede ser el instrumento romántico más importante de una pareja de la Tercera Edad. En la intimidad de ese ambiente que estimula los sentidos, cualquier pareja puede, a través de los recuerdos más felices compartidos durante la vida en común, alcanzar nuevas expectativas en su relación, proponerse nuevos proyectos y sentir que su amor no acaba con la edad, sino que se transforma. Aunque, como el poema de Luc B. Innocent, “No se reviven nunca los instantes de felicidad”, recordarlos, cerrar los ojos y “percibir” con los ojos del alma las sensaciones agradables y los sentimientos de cada uno de esos momentos, harán las delicias de un par que ha compartido su vida. Y estos nuevos sentimientos, son las mejores recetas para la soledad o impedimentos que sufren las personas mayores de 60 años.
Los baños de hidromasajes del tipo jacuzzi representan un icono del bienestar en general, por cuanto los beneficios que producen los chorros de agua a diferentes presiones, desde los pies hasta el nivel del torso, concebidos ergonómicamente para optimizar la acción del agua sobre el cuerpo. Y si éste es un jacuzzi exterior, sus bondades se magnifican por que entra el parámetro visual en el conjunto.
Siempre será importante el ejercicio físico que puedan realizar las personas de la Tercera Edad, para evitar que sus músculos se atrofien. Es por ello que una opción divertida para ellos es que sus músculos puedan estimularse con los chorros de agua en un jacuzzi exterior y más cuando su condición física sea de movilidad reducida, permitiendo mejorar sus patologías músculoesqueléticas. Esta técnica (hidromasaje) de la hidroterapia, como estímulo mecánico, favorece la respiración, el aumento de la fuerza muscular, la circulación sanguínea (produciendo a su vez un efecto analgésico y de relajación), relaja los músculos y deriva en su relax mental y emocional, disminuyendo su ansiedad, propiciando un auténtico bienestar físico, mental y emocional.
Para el uso y disfrute de un jacuzzi exterior, las personas de la Tercera Edad deberán atender algunas contraindicaciones para su uso, si presentan procesos infecciosos, insuficiencia circulatoria o enfermedades cutáneas.
Es por ello que con esta técnica de la hidroterapia, una persona de la Tercera Edad que perciba la disminución del dolor en algunas partes de su cuerpo, siempre asociará el jacuzzi exterior con un momento agradable, promoviendo nuevas imágenes mentales asociadas a la relajación física y mental, creando un aura de bienestar, no impuesto sino derivado del placer del disfrute y de la compañía con la cual se comparte.