Sauna infrarroja y sauna de vapor, diferencias
Al hablar de sauna lo que primero nos viene a la mente son las nubes de vapor dentro de una habitación. También son conocidos sus beneficios que pasan por la eliminación de toxinas, el alivio muscular y la relajación integral del cuerpo y la mente. Sin embargo, hay una tendencia ha venido a revolucionar el baño terapéutico: la sauna infrarroja.
Esta versión entra en la categoría de las saunas secas, aquellas que operan con niveles bajos o nulos de humedad. Pero ¿qué pensarías si entraras en una sauna que no está caliente? A lo mejor que está apagada. La sauna infrarroja va un poco más allá y no eleva la temperatura del ambiente, sino que actúa directamente generando calor corporal, de una manera más focalizada.
Esta tecnología se basa en el entendimiento científico de la radiación solar, la que provee de energía a todo ser viviente en el planeta. No debe confundirse con los rayos ultra violetas, los que se usan en las cámaras de bronceado y de los que tanto nos han advertido para que nos protejamos la piel por sus consecuencias ante la exposición prolongada y constante.
Por su parte, los rayos infrarrojos son los que generan la sensación la térmica irradiada por el sol y son los responsables de que sintamos calor y transpiremos. Son los mismos que se utilizan para regular la temperatura en las incubadoras para recién nacidos, dato que nos da una idea de sus beneficios y la seguridad de su uso.
¿Cómo funcionan las saunas infrarrojas?
Para entender sus beneficios hay que conocer el funcionamiento de la sauna infrarroja. Estas cabinas están provistas de paneles que emiten ondas de calor desde diferentes direcciones para tener una incidencia en todas las partes del cuerpo.
Su sistema calórico permite que la radiación electromagnética se transmita en un 80% directamente hacia el cuerpo y solo el 20% al ambiente. Eso quiere decir que los rayos penetran a los niveles más profundos del cuerpo haciéndonos sudar profusamente, mientras el clima del habitáculo se considera agradable.
Su funcionamiento se basa en la misma teoría que explica la sensación térmica en el exterior, cuando en un mismo ambiente se siente calor por tener incidencia directa de los rayos del sol, pero al dar solo un paso hacia la sombra inmediatamente se siente frescura. En otras palabras, entrar a una sauna infrarroja es como estar bajo el sol pero sin sufrir sus inclemencias.
Saunas de vapor e infrarrojas frente a frente
Tras conocer un poco la teoría, es momento de adentrarnos en el tema que nos trajo hasta aquí. No se trata de conocer cuál es la mejor sauna entre la infrarroja y de la vapor, sino conocer las diferencias para entender su funcionamiento y sacar el mayor provecho de cada una.
-
Temperatura
La primera diferencia que se puede notar con solo entrar a la sauna es la ambientación. La versión de vapor se mantiene con aire caliente que incluso puede dificultar la respiración. La temperatura ambiental suele estar entre los 45 y 65 grados centígrados y los niveles de humedad se acercan al 90%, lo que tiende a subir en al menos un grado la temperatura del cuerpo. Por esta razón, la duración de las sesiones no debe exceder los 15 minutos.
Por otro lado, la sauna infrarroja mantiene temperaturas que oscilan entre los 35 y 50 grados, lo que no representa un calor extremo, ni la presencia de humedad y mucho menos afecta la temperatura corporal, permitiendo que las sesiones se prolonguen por hasta 45 minutos. Es un ambiente totalmente seco que se asemeja a estar expuesto al sol sin los riesgos de estarlo, lo que activa las glándulas sudoríparas.
-
Consumo de energía
Una sauna de vapor (también conocido como Hammam) requiere un sistema de alimentación de mayor potencia que la sauna infrarroja, llegando en aquellos modelos de mayor tamaño a requerir trifásico (para el uso común/familiar no es necesario). El generador de vapor que se instala en una sauna de vapor consume entre 3 y 6 kilovatios de potencia (kw) por cada hora de funcionamiento.
El uso de la sauna infrarroja, sin embargo, supone un ahorro de energía debido a un consumo promedio entre 1,5 a 3 (kw), así como instalaciones eléctricas generalmente más sencillas y comunes en la red del hogar.
-
Formas de uso
La recomendación para que el baño de vapor sea efectivo es que se apliquen una sesión que constituyan tres entradas. Para la primera es necesario ducharse y secarse bien. Pasados los 15 minutos dentro del vapor, se debe aplicar una ducha fría y esperar entre 15 y 30 minutos para hacer la segunda incursión; así sucesivamente hasta llegar a tres.
Por su parte en la sauna infrarroja solo hay que hacer una sesión continua de 30 a 45 minutos. También hay que bañarse bien antes de entrar para liberar los poros y expeler las impurezas a través del sudor y una ducha fría al final para volver a cerrarlos.
-
Usos terapéuticos
El aire caliente en las saunas de vapor eleva la temperatura corporal provocando el sudor y la expulsión de toxinas en hasta un 30%. Esto hace que los vasos sanguíneos se dilaten, lo que beneficia la circulación, regula la presión arterial y reduce los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares.
La radiación de los rayos infrarrojos penetran en la superficie corporal alcanzando los tejidos dérmicos y subdérmicos lo que supone una limpieza más profunda con menor calor ambiental, incrementa los niveles de oxígeno, aumenta las reservas energéticas y ayuda a quemar las calorías. También beneficia la relajación muscular y mejora la flexibilidad por lo que las luces infrarrojas son usadas en fisioterapia para el tratamiento de lesiones en la estructura músculo-esquelética.
Ya no es necesario sacar tiempo para acudir al balneario del gimnasio o desembolsar dinero para acudir al centro estético (en nuestra empresa también podrás encontrar bañeras hidromasaje). Tener una solución de este tipo en casa es una buena opción y en Web del Hidromasaje ofrecemos una gran variedad de Hammam y saunas infrarrojas de fácil instalación y adaptables a diferentes espacios, para que puedas disfrutar de sus beneficios desintoxicantes en cualquier momento.